a) El tradicional, basado en la protección de la copia (”copyright”), que busca una restricción del acceso u uso del contenido “on line”, recurriendo a fórmulas negociales de carácter restrictivo y medidas tecnológicas de control de accesos, que se subsumen en los llamados “Digital Rights Management”.
b) Un modelo que proporciona acceso libre “on line” a los contenidos, permitiéndose en ocasiones el uso personal de los mismos (modelos de licencia implícita) y, en otros supuestos, la difusión libre de la obra, su transformación e incluso su explotación económica, con la única condición de citar la fuente. Se trata de los modelos de dominio público y de licencias generales (General Public License), como son, por ejemplo, las licencias “creative commons”, algunas de las cuales incluyen la cláusula “copyleft”.
Hace ya algún tiempo, el término copyleft saltaba los márgenes del código informático y se instalaba en todos los ámbitos de la producción intelectual. Todavía relativamente desconocido, torpemente pronunciado por los no iniciados, el copyleft se ha convertido sin embargo en la bandera de un movimiento cultural y político que reúne a toda clase de creadores y trabajadores intelectuales: músicos, escritores, programadores, artistas, editores, juristas, mediactivistas y un larguísimo etcétera que amenaza con instalarse en cada rincón de la sociedad.
El término proviene de un ingenioso juego de palabras en inglés, que parecía utilizar las artes del desvío situacionista para invertir y aprovechar la «insospechada flexibilidad» de la jurisdicción anglosajona del copyright.
Rebajando la ironía del original, podría traducirse al castellano con el barbarismo «
izquierda de copia» o «
permitida la copia».
Su primera utilización, sin embargo, dista mucho de ser un juego de palabras.
En el ámbito de la programación, copyleft definía antes que nada un concepto jurídico. Señalaba que todo programa licenciado como software libre (aquél en el que está permitida la copia, la modificación y la distribución sin permiso, véase cap. 1 de esta guía) tendría que seguir siendo tal en las distribuciones modificadas o no del mismo. El copyleft garantizaba así que nadie pudiera apropiarse de un programa de software libre, al menos de acuerdo a la legalidad. De este modo, parecía encarnar la consigna sesentayochista del «prohibido prohibir» y esto ¡en un terreno tan impropio como el campo jurídico!
El éxito de los sitios dedicados a compartir, plantea un escenario donde la democratización del conocimiento es una condición.
Durante años las escuelas primarias llenaron sus paredes, y los padres sus bocas, hablando a los pequeños sobre la importancia de compartir. Filosofía que vivió mucho en la teoría y poco en la práctica.
Curiosamente una tecnología como Internet, a la cual muchos le temieron pensando que el hombre iba a perder su esencia social, fue la encargada de llevar la idea de compartir a la práctica y como máxima bandera.
No es casualidad que entre los rankings de sitios más visitados en el mundo figuren los que se sostienen a base de compartir como YouTube y Wikipedia. El contenido en la red se genera, publica, corrige y se reutiliza entre todos.
En este sentido, las nuevas generaciones tienen más naturalizada la idea de que para recibir hay que dar. Es que Internet, como toda red, se construye con el aporte de todas sus partes. Si en la Edad Media el ocultamiento del saber era poder, en Internet la lógica es inversa, cuantos más se comparte más éxito se obtiene.
Este nuevo escenario que se plantea hace que sean los hijos los que enseñan a los padres una forma de compartir. Y son los nuevos espacios virtuales como los foros, blogs o wikis los que muestran a instituciones como la escuela, modos de democratizar y construir el conocimiento en forma conjunta.
El caso de Taringa!
En la Argentina el sitio más visitado creado en el país también tiene como máxima premisa compartir. Hacemos referencia a www.taringa.net; superando incluso a grandes medios de comunicación como las versiones online de La Nación y Clarín. A diferencia de estos últimos su origen no tiene que ver con un grupo de empresarios millonarios, sino con tres jóvenes dueños -menores de 30- que controlan todo desde una pequeña oficina, más otros dos operadores pagos, y alrededor de 25 moderadores que trabajan en forma gratuita.
La filosofía que rige su funcionamiento es que quien cree que tiene algo que puede resultar interesante para otros lo publica. Se puede compartir fotos, videos, tutoriales, biografías, manuales, entre muchas otras cosas. No es casual que su eslogan sea “Inteligencia colectiva”.
Todo el material publicado es calificado por los mismos usuarios y la relevancia que toma en el sitio también depende de los mismos usuarios. De esta forma cada usuario va acumulando puntos y subiendo su jerarquía dentro del sitio. También hay un protocolo a respetar que es el que regula la forma y el contenido de lo que se publica.
El año pasado la página sirvió para que un joven encontrara a su padre después de 25 años en menos de 24 horas. Esto no sólo hizo que el sitio pasara a ser noticia en los grandes medios, sino que también marcó el comienzo de un nuevo uso. Actualmente el sitio posee una categoría especial dedicada a la solidaridad la cual sirve para buscar personas, donantes de sangre, colaborar con escuelas, entre otros.
Algunos critican que muchos de los links que se encuentran en el sitio conducen a películas, software, discos, y otros materiales protegidos con derechos de autor. Pero, lo cierto es que en Taringa! no almacena esta información en sus servidores, ese material siempre esta en otros sitios. En este sentido trabaja en las misma forma que lo hace un directorio o un buscador.
Todavía queda camino por recorrer
Actualmente se cree que sólo alrededor del 1% de los navegantes de la red son los que producen el contenido de la misma. Y esto también está relacionado con dos desafíos fundamentales de la era digital: la inclusión y la alfabetización digital. Es que alfabetizar es mucho más que permitir el acceso a computadoras o enseñar a usar programas. Se trata de generar una actitud frente a la tecnología y al conocimiento.
Mucho más que un personaje del año
En 2006 la revista Times eligió como personaje del año al usuario de Internet, por dar forma a una nueva democracia digital. En esa oportunidad el editor de la revista, Lev Grossman, dijo “Se trata de ayudarse unos a otros a cambio de nada y de cómo eso no sólo cambiará el mundo, sino la forma en que el mundo cambia”.
El aporte mínimo se hace gigante cuando se suma al de otros millones. Y lo interesante es que toda esta información no está suelta, sino relacionada, y puede ser consultada en segundos. Por eso es importante dejar de lado la actitud pasiva y además de usar la red como una herramienta de consulta, usarla para depositar nuestros conocimientos.
***********************************************
Pueden descargar el manual del Copyleft desde aca:
http://www.manualcopyleft.net/
Fuentes de los textos
http://www.mediateletipos.net/archives/4844
http://www.blog.express.com.ar/index.php/2008/05/29/la-filosofia-de-compartir/